En esta ocasión me gustaría hablar sobre el papel del docente y el conflicto que puede ocurrir cuando este se enfrenta a una situación que reta sus creencias personales y las implicaciones morales y éticas de esto.
Un profesor de geografía que crea que la tierra es plana, un profesor de biología que crea que la evolución es una mentira y que el universo comenzó hace 6,000 años, etc.
Ha algunos les parecería inmediatamente obvio que hay algo mal con lo descrito anteriormente, sin embargo son casos reales. El siguiente análisis pretende mostrar porque no es tan obvio que los profesores tengan la libertad de creer en lo que quieran, mucho menos imponer sus creencias sobre los estudiantes, especialmente si estos últimos aún no tienen las capacidades criticas para entender y hacer argumentos.
Se ha demostrado incontable veces que el razonamiento humano es falible. Por naturaleza, tendemos a cometer errores de razonamiento, algunos de los cuales son estudiados en la psicología y llamados sesgos cognitivos, otros son conocidos en filosofía como falacias.
Neuronas espejo
Según la neurociencia, los seres humanos tenemos un tipo de neurona llamadas, neuronas espejo. Estas neuronas son las que "reflejan" las emociones de una persona a otra. Por ejemplo, vemos a alguien llorando y sentimos compasión por esa persona lo que nos impulsa a consolarlos. En otras palabras "sentimos lo que otros sienten".
Las emociones importan en el aula y el estado emocional del maestro es, de cierta manera, de crucial importancia en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Las emociones que el profesor vincula con lo que enseña también es relevante, ya que esto se les trasmite a los alumnos. La disonancia cognitiva
Según Wikipedia "el término disonancia cognitiva hace referencia a la tensión o des-armonía interna del sistema de ideas, creencias y emociones (cogniciones) que percibe una persona que tiene al mismo tiempo dos pensamientos que están en conflicto, o por un comportamiento que entra en conflicto con sus creencias". La disonancia cognitiva es una fuente de estrés que puede provocarnos muy altos niveles de malestar.
El profesor debe de sentir confianza y seguridad en su campo, y así por medios de las neuronas espejos transmitir esa certidumbre y emociones positivas vinculadas a la materia, ya que cualquier incoherencia va a ser percibida de manera consciente o inconsciente por los estudiantes.
Estas emociones de inconsistencia son transmitidas a los alumnos implantando dicho estrés en ellos, especialmente si estos no tienen la competencia de pensamiento critico bien desarrollada.
Un profesor de geografía enseñando a los alumnos que el el planeta tierra es una esfera, mientras al mismo tiempo, creyendo en lo más profundo de si mismo que este es plano, va ha experimentar disonancia cognitiva, que probablemente se transmita dicha inconsistencia a los alumnos. O peor aún, el maestro, para reducir dicha disonancia cognitiva, puede que haga comentarios del tipo, "Eso es lo que dice el libro de texto, pero no es verdad…" transmitiendo una incertidumbre insana a los alumnos sobre el contenido que enseña.
La gente se siente motivada a utilizar tácticas que reduzcan el estrés provocado por la disonancia cognitiva, muchas de estas, en cuanto a un docente, podrían ser la negación o duda no critica del contenido que se enseña, a veces utilizando un falso descargo de responsabilidad, deteriorando a la vez el desarrollo de la competencia de pensamiento critico en los alumnos.
El maestro tiene por tanto una obligación ética de que sus creencias personales sean consistente con la realidad académica y el conocimiento científico. Esto no es decir, que un profesor no puede tener una opinion diferente a la de los demás profesionales de su area, solo que esta opinion no debe de ser poca conservadora, violando principios fundamentales de la ciencia y el razonamiento logico.
Interesante problema. Los maestro deberían informar, no descinformar.
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